martes, 9 de diciembre de 2008

El bar silencioso




En el bar no había nadie.
El control que se tiene sobre el silencio es nulo, se hace y se deshace a sí mismo, y a su alrededor.
Por eso, al verla llegar respiré aliviado.
No me extrañó que cambiara el aire, que la cucharita empezara a mezclar de nuevo mi cortado, ni que mis ojos se adhirieran a su boca (el cigarro pecaba de inocente entre esos labios).
Leí su cuerpo entero: metáfora de amor culpable de todos los pecados.
¿Cuántas veces habrá sido abrigo de la noche?
En el punto y coma de su espalda, me di cuenta: en el bar no había nadie; y las mujeres son como el silencio.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lucas te felicito... hay un autor uruguayo Horacio Quiroga que escribió un decálogo del buen cuentista, vos, es como si lo aplicaras al relato breve... un abrazo para vos, Luna.-

Anónimo dijo...

ADVERTENCIA: no estoy lúcida, por lo que cualquier gansada que pueda decir más abajo está fuera de mi control mental je!

El otro día que lo leí se me dio por pensar en la cantidad de interpretaciones que tendran los hombres sobre el silencio. Siempre gira alrededor de la historia personal y de la experiencia, quizás por esa intención multívoca del silencio, que puede interpretarse según el contexto...

No sé, ya dije, hablo pavadas...

Coincido con Luna en lo de la brevedad, dejar el lugar para que el lector llene los espacios, lo que pasó antes y lo que pasará después en un futuro tanto inmediato como lejano.

Un besote Luquitas :)

 

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