miércoles, 17 de diciembre de 2008

Casi las tres

Eran casi las tres de la mañana. Siempre son casi las tres.
-A menudo recuerdo los ojos de un ciego hurgando más allá de las cosas; encontrando, más allá, las cosas. -
A persianas cerradas y oscuridades abiertas, hice casi tres pasos hacia la puerta, y tropecé.
-A menudo recuerdo las piernas de un inválido volando más allá de las cosas; saltando, más allá, las cosas. -
Solté un desprolijo grito, y casi tres aturdidoras blasfemias.
-A menudo recuerdo la boca cosida de un mudo conversando más allá de las cosas; callando, más allá, las cosas.-
Como lejano, escuché mi torpe llanto que, armónico junto al viento helado que sacudía algunas ramas, me despojó de casi tres lágrimas guardadas.
-A menudo recuerdo los oídos de un sordo atento al rumor más allá de las cosas; oyendo, más allá, las cosas. -
Volví a la cama en varios tramos, derrotado por mis propios sentidos. Y me recordé ciego, inválido, mudo, sordo, sintiendo los últimos casi tres galopes de mi corazón.

1 comentario:

Luca Di Metrio dijo...
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