Cinco minutos antes de levantarme ya transcurrió el día.
En el principio, se hablaba de fantasmas, esqueletos del camino. Amigos que cayeron de mis ojos.
Sobre la marcha del universo, el origen se pierde en las mitologías de los confusos.
Al espejo no se le puede pedir fidelidad. Roguemos no creerle.
Con el café resigno el día. Y repito aquéllos cinco minutos.
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