Estaba Paolita. Estaban también un león mal domado y cuatro gaviotas indiferentes al cambio de estación. No había tanto para hacer, no había tanto para decir, no había tanto. Estaba Paolita, y sus siete enanos alrededor. Tirándole de la ropa, arrancándole de a poco la piel. Y de atrás de lejos de cerca dentro mío y de ella, un corazón jugaba a ser devorado por el león mal domado.
Estaba Paolita y una gaviota estornudó. Ella acercaba un pañuelo gastado sin mucha precisión, con dulzura pero con espacio.
Estaba Paolita y después no estuvo más. El invierno no sentaba bien en su carne. Buscó zonas más cálidas. Adiós gaviotas, adiós león.
Estaban el león mal domado y cuatro gaviotas indiferentes a todo.
Estaba el león salvaje.
Ciento treinta y un millones de segundos
Hace 1 año
1 comentario:
me agrada, me agrada :)
extrañaba leer algo tuyo
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