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La madera de la mesa ya gastada, blanda, deformada. El papel sobre ella, y la pluma y la tinta a un costado.
Se ha rodeado de objetos que algún día acabarán su ciclo, de objetos que carcome el tiempo.
Pretende escribir unas líneas, simple historia de un mortal, que vive y -¡qué belleza!-, luego muere.
Sonríe, siente su obra.
Rápidamente cambia la mueca.
¡Qué triste eternidad le ha otorgado al personaje! ¡Lo ha condenado!
Toma la hoja y la quema. Se regocija con su desvanecimiento.
No escribirá más.
Ciento treinta y un millones de segundos
Hace 1 año
2 comentarios:
Dual, escvribes genial...
genial es poco...
a ver..
que decir..
esto tiene varias maneras de entenderlo como algunos de mis dibujos que vos bien supiste interpretar?
siempre me dejas con la mente en blanco...
sin uuuna palabra cruzando por mi mente para darme una idea de q escribir...:)
un besoo
fla
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